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ÁREA NATURAL PROTEGIDA, PENÍNSULA VALDÉS

Península Valdés nació como Reserva Natural Turística de Objetivo Integral
en 1983, por la ley provincial 2161, que incluía las reservas de Isla de Los Pájaros,
Punta Pirámide, Caleta Valdés, Punta Norte y Punta Delgada.
   En 1999 fue declarada Patrimonio Natural de la humanidad por la Unesco.
   El origen de su nombre se remonta a la época en que la península fue bautizada
por el capitán Antonio Malaspina, durante su célebre expedición científica
alrededor del mundo (1789–1794). El nombre rinde homenaje a
don Antonio Valdés, ministro de Marina de España y principal impulsor del viaje.
   Pertenece a la ecorregión de la estepa patagónica y mar Argentino.

Ubicación
Península Valdés ocupa el ángulo nordeste de la provincia de Chubut y con sus
dos golfos −el de San José, al norte, y el Nuevo, al sur− conforman el accidente
geográfico más notorio de la costa patagónica.
   El puesto llamado Desempeño es la puerta de ingreso en el área protegida y se
encuentra a unos 50 km de Puerto Madryn.
   Ya en la península, se encuentran el Centro de Interpretación Istmo Ameghino, que permite a los visitantes entender mejor la importancia biológica de la Reserva Natural Península Valdés, y Puerto Pirámides, único poblado de la península y sitio de embarque para el avistaje de las ballenas.

Descripción
Valdés es casi una isla. Se lo impide un istmo −el Carlos Ameghino−
tan estrecho que, al cruzarlo, se ve el mar a cada lado de la ruta.
   Sus costas y aguas aledañas hospedan una de las concentraciones
de mamíferos más asombrosas del planeta.
Hay orcas, delfines, unas 1.200 ballenas francas australes (sin contar
el centenar de ballenatos que nacen cada temporada), más de
42.000 elefantes marinos del sur (única población del mundo en
crecimiento) y 30.000 lobos de un pelo (la agrupación más nutrida
del norte patagónico). Cuenta también con una colonia de pingüinos
magallánicos en expansión. A ello se suma, en el interior peninsular,
un número indeterminado de guanacos, ñandúes petisos o choiques, maras, zorros grises, peludos y copetonas.
   Valdés se convirtió así en uno de los destinos más populares del ecoturismo.
Hoy supera los 230.000 visitantes por año y genera un movimiento económico de varios millones de dólares.

Las ballenas
Las primeras ballenas llegan en mayo, y las más remolonas parten en diciembre. Entre un mes y el otro, alrededor de 1200 ballenas francas aprovechan las tranquilas aguas de los golfos para alumbrar sus crías,
enseñarles a nadar y reanudar el ciclo reproductivo.
   El turismo no parece molestar a los cetáceos. Se acercan a las embarcaciones hasta casi tocarlas y a veces ensayan espectaculares saltos en las cercanías, exponen largamente las colas o expulsan chorros de agua en V de varios metros de alto.
Con una mayor cuota de fortuna, es posible incluso observar el tierno juego de madres y ballenatos.
   No lejos de las ballenas, en el extremo sur del golfo San José −primer parque marino de Latinoamérica−, la isla de los Pájaros entrega el esplendor de sus colonias de gaviotas, cormoranes de cuello negro, patos vapor y crestones, biguás, flamencos y garzas brujas.

En Parques Nacionales y otras áreas protegidas de la
Argentina
, Buenos Aires, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara,
2008. (Adaptación).

 

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