El Mío Cid y la mirada épica

1. Leé los siguentes fragmentos del cantar de gesta más antiguo de la lengua castellana, anónimo y compuesto en el siglo XII: el Cantar de Mío Cid.

Cantar Primero: Destierro del Cid

1. El Cid convoca a sus vasallos; estos se destierran con él. Adiós del Cid a Vivar.
A los que conmigo vengan que Dios les dé muy buen pago;
también a los que se quedan contentos quiero dejarlos.
Habló entonces Álvar Fáñez, del Cid era primo hermano:
“Con vos nos iremos, Cid, por yermos y por poblados;
no os hemos de faltar mientras que salud tengamos,
y gastaremos con vos nuestras mulas y caballos
y todos nuestros dineros y los vestidos de paño,
siempre querremos serviros como leales vasallos”.
Aprobación dieron todos a lo que ha dicho don Álvaro.
Mucho que agradece el Cid aquello que ellos hablaron.
El Cid sale de Vivar, a Burgos va encaminado,
allí deja sus palacios yermos y desheredados.
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando;
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado:
“¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados”.

2. Agüeros en el camino de Burgos.
Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas.
Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.
Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza:
“¡Ánimo, Álvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
pero cargados de honra hemos de volver a ella!”.

3. El Cid entra en Burgos.
Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y de los labios de todos sale la misma razón:
“¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!”.

4. Nadie hospeda al Cid. Sólo una niña le dirige la palabra para mandarle alejarse. El Cid se ve obligado a acampar fuera de la población, en la glera.
De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,
que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con severas prevenciones y fuertemente sellada
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
y además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.

[…]

15. Los monjes de Cardeña reciben al Cid. Jimena y sus hijas llegan ante el desterrado.
A la puerta llaman; todos saben que el Cid ha llegado.
¡Dios, qué alegre que se ha puesto ese buen abad don Sancho!
Con luces y con candelas los monjes salen al patio.
“Gracias a Dios, Mío Cid, le dijo el abad don Sancho,
puesto que os tengo aquí, por mí seréis hospedado”.
Esto le contesta entonces Mío Cid el bienhadado:
“Contento, de vos estoy y agradecido, don Sancho,
prepararé la comida mía y la de mis vasallos.
Hoy que salgo de esta tierra os daré cincuenta marcos,
si Dios me concede vida os he de dar otro tanto.
No quiero que el monasterio por mí sufra ningún gasto.
Para mi esposa Jimena os entrego aquí cien marcos;
a ella, a sus hijas y damas podréis servir este año.
Dos hijas niñas os dejo, tomadlas a vuestro amparo.
A vos os las encomiendo en mi ausencia, abad don Sancho,
en ellas y en mi mujer ponedme todo cuidado.
Si ese dinero se acaba o si os faltare algo,
dadles lo que necesiten, abad, así os lo mando.
Por un marco que gastéis, al convento daré cuatro”.
Así se lo prometió el abad de muy buen grado.
Ved aquí a doña Jimena, con sus hijas va llegando,
a cada una de las niñas la lleva una dama en brazos.
Doña Jimena ante el Cid las dos rodillas ha hincado.
Llanto tenía en los ojos, quísole besar las manos.
Le dice: “Gracias os pido, Mío Cid el bienhadado.
Por calumnias de malsines del reino vais desterrado”.

16.  Jimena lamenta el desamparo en que queda la niñez de sus hijas.
El Cid espera llegar a casarlas honradamente.

“¡Merced os pido, buen Cid, noble barba tan crecida!
Aquí ante vos me tenéis, Mío Cid, y a vuestras hijas,
de muy poca edad las dos y todavía tan niñas.
Conmigo vienen también las damas que nos servían.
Bien veo, Campeador, que preparáis vuestra ida;
tenemos que separarnos estando los dos en vida.
¡Decidnos lo que hay que hacer, oh Cid, por Santa María!”.
Las dos manos inclinó el de la barba crecida,
a sus dos niñitas coge, en sus brazos las subía,
al corazón se las llega, de tanto que las quería.
Llanto le asoma a los ojos y muy fuerte que suspira.
“Es verdad, doña Jimena, esposa honrada y bendita,
tanto cariño os tengo como tengo al alma mía.
Tenemos que separarnos, ya los veis, los dos en vida;
a vos os toca quedaros, a mi me toca la ida.
¡Quiera Dios y con Él quiera la Santa Virgen María
que con estas manos pueda aún casar nuestras hijas
y que me quede ventura y algunos días de vida
para poderos servir, mujer honrada y bendita!”

[…]

27. El Cid acampa sobre Alcocer.
Todo el otero ha ocupado, allí sus tiendas armaba;
unas las pone en la sierra, otras junto al río planta.
Mío Cid Campeador que en buen hora ciñó espada
alrededor del otero y muy cerca ya del agua
hacer un foso muy hondo a sus varones mandaba,
así no podrán los moros sorprenderlos a mansalva
y además les da a entender que el Cid allí se quedaba.

28. Temor de los moros.
Por todas aquellas tierras fue la noticia volando
de que el Cid Campeador junto a Alcocer ha acampado
que a tierra de moros vino y deja la de cristianos;
los campos que estaban cerca no se atreven a labrarlos.
Muy alegres que se ponen Mío Cid y sus vasallos;
el castillo de Alcocer tributo les ha pagado.

[…]

40. Minaya ve cumplido su voto. Botín de la batalla.
El Cid dispone un presente para el rey.

[…] Van volviendo los guerreros de Mío Cid bienhadado;
andaba el Campeador montado en su buen caballo,
la cofia lleva fruncida, su hermosa barba mostrando,
echada atrás la capucha y con la espada en la mano.
A sus guerreros miraba, que ya se van acercando.
“Gracias al Dios de los cielos, Aquél que está allí en alto,
porque batalla tan grande nosotros la hemos ganado”.
El campamento morisco los del Cid le saquearon,
armas, escudos, riquezas muy grandes se han encontrado.
Los hombres de Mío Cid que en el campamento entraron
se encuentran, de los moriscos, con quinientos diez caballos.
¡Gran alegría que andaba por entre aquellos cristianos!
Al ir a contar sus bajas tan solo quince faltaron.
Tanto oro y tanta plata no saben dónde guardarlo
enriquecidos están todos aquellos cristianos
con aquel botín tan grande que se habían encontrado.
Los moros que los servían al castillo se tornaron
y aún mandó el Campeador que les regalaran algo.
Gran gozo tiene Ruy Díaz, con él todos sus vasallos.
Repartir manda el dinero y aquellos bienes ganados,
en su quinta parte al Cid tocáronle cien caballos.
¡Dios, y qué bien que pagó Mío Cid a sus vasallos,
a los que luchan a pie y a los que luchan montados!
Muy bien que lo arregla todo Mío Cid el bienhadado,
los hombres que van con él satisfechos se quedaron.
“Oídme, Álvar Fáñez Minaya, vos que sois mi diestro brazo:
de todas esas riquezas que el Creador nos ha dado cuanto
para vos queráis cogedlo con vuestra mano.
Para que se sepa allí, quiero a Castilla mandaros
con nuevas de esta batalla que a moros hemos ganado.
Al rey don Alfonso, al rey que de Castilla me ha echado
quiero hacerle donación de treinta buenos caballos,
cada uno con su silla, todos muy bien enfrenados,
todos con sendas espadas de los arzones colgando”.
Dijo Minaya Álvar Fáñez: “Yo lo haré de muy buen grado”.
[…]

Poema de Mío Cid, Cantar primero (fragmentos), Madrid, Alianza, 1985.

2. El Cantar de Mío Cid está basado en un personaje histórico que realmente existió. Averiguá en quién está basado y resumí la historia.

3. Explicá el origen y el significado de la palabra "cid" y por qué se asocia a la organización social medieval.

4. ¿Qué es la "épica"? ¿Cómo se caracteriza la épica medieval?

5. Dentro de la poesía épica está la epopeya y, como subgénero de esta, el cantar de gesta en general y el cantar de gesta español, en particular. Explicá por qué el poema del Mío Cid responde a esta clasificación.

Si necesitás entregar esta actividad como tarea, sacá una captura de pantalla y enviásela a tu docente.

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